ASOCIACIÓN PARA LA RECUPERACIÓN

DEL BOSQUE AUTÓCTONO EN VALLADOLID

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viernes, 26 de noviembre de 2010

Plantando en el cerro del yeso

Álvaro, Aurora, Alberto. La a es la letra del comienzo, la primera del alfabeto y la que trae consigo la ilusión de los inicios. Todos ellos son niños y acuden al cerro de San Juanillo a plantar este domingo 22 de noviembre de 2010, una reunión que ya se ha consolidado en la trayectoria de Arba Va. Todo empieza con los niños, son el futuro y nuestra esperanza, la promesa de un porvenir diferente y mejor. Por eso alegra especialmente que haya venido más de una docena de ellos. La asistencia es muy buena y poblamos el cerro yesoso de Palencia, aunque se echa de menos alguna cara y alguna barba. Pero los organizadores de Palencia se lo han currado muy bien aprovechando para adelantar la celebración del día de los bosques autóctonos. No faltan los medios de comunicación regionales con alguna periodista algo reacia a acercarse al buen humor, supongo que por lo «inoportuno» de la hora y el día sumado a la dificultad de acceso hasta el lugar donde nos repartimos para em pezar a plantar. Y es que hay algún tramo de fuerte pendiente que dejar atras, pero si pueden unos niños pequeños, ¿cómo no vamos a ser capaces de superar esa pequeña dificultad unos mamíferos adultos con más o menos pelo repartido por el cuerpo?

Antes del salto a Palencia por la autovía el primer paso es la carga de planta y herramientas en el vivero. Llevaremos un maletero de furgoneta lleno de alveólos de encinas y Dorycnium y rosales en briks. Por su parte, Ecologistas en Acción de Palencia aportan rosales y Dorycnium en alveolos procedentes del vivero de Fuente Amarga. JoseLuis no permite el olvido y envía un mensaje para desear buena plantación y que no se nos pase llevarle unos libros a Soraya que aparece en el vivero y nos acompaña en el desplazamiento hasta la capital del Carrión. A buena hora, pero muy buena, es decir, tarde arrancamos tres coches pero sin completar, hoy somos menos pero estrenaremos esos palines de grato sonido metálico y nos vendrán muy bien en el yeso del cerro, muy blandito por las lluvias.
En la autovía nos desviamos hasta la estación de servicio para iniciados de Santovenia donde recogemos a Dori que sube al coche de Pruden. Es una de esas estaciones «con trampa» que no tienen acceso directo desde la autovía y has de saber por donde se puede entrar en ella porque si no vas listo. Además la señal anunciadora con la figura de un surtidor solo aparece en una rotonda después de la salida de la autovía así que supongo que no hará muchos clientes nuevos que no sean de la zona. En cualquier caso sigue funcionando gracias a la dependencia moderna de los vehículos a motor. Es la típica gasolinera que ves con cara de tonto como queda atrás cuando circulas por la autovía y el coche flojea de carburante, momentos antes de acordarte de los antepasados más cercanos de los responsables del disparate.

Antes de entrar en la ciudad, David llama por teléfono a Toño para pedirle por dónde se va, por suerte para nosotros, porque sin esas indicaciones somos incapaces de llegar. Año tras año, se repite la llamada que se ha convertido en una tradición más y es motivo de comentario jocoso cuando finalmente llegamos al punto de cita. Ya nos vale! Allí está el personal y nos demoramos saludando y echando un vistazo a los alveolos cargados en la furgoneta palentina. Finalmente, tomamos el camino hacia el cerro, unos andando, otros en coche cargado como nosotros. Al llegar al «campamento base» desde donde comenzamos la ascensión, aparcamos los coches bien orilladitos en el camino, descargamos toda la planta y la utillería y un montón de manos recogen palines, azadas o comparten una caja llena de briks cada uno con su planta acompañante. Los cherifs de Ecologistas en Acción de Palencia y los de Arba Va se ponen unos chalecos reflectantes, más molones los de Arba Va porque llevan la imagen del arbolito arbero bordada, más elegante, ¡donde va usted a parar! Con este chascarrillo devuelto por los palentinos aceptando que les bordemos sus chalecos subimos tranquilamente hasta la ladera donde se hará la faena. Allí un grupo se arremolina en torno a David que explica y a la vez muestra como se planta correctamente. Pruden toma el relevo minutos más tarde y continúan las explicaciones. Es una práctica muy adecuada porque todo tiene su ciencia por sencillo que parezca y ya se sabe que para aprender es imprescindible la humildad. La concurrencia se parte en dos sectores divididos por una pequeña muralla de pinos canijos que hay que atravesar para contactar entre nosotros. Esto tiene su guasa porque desde un lado no se ve a los que están en el otro y en un momento dado llegan los compases cantados a duo del Soy Minero que popularizara Antonio Molina sin llegar a sus agudos estratosféricos, eso sí. Es un detalle de buen humor que anima el cotarro.

Todo el mundo se pone a la tarea y es un disgusto pero las encinas salen fatal de los alveólos de plástico rígido, las condenadas. A pesar de intentar sacarlas con cuidado, mejor dicho, con mimo, la mayoría quedan practicamente a raíz desnuda. Se chapucea poniendo pegotes de la tierra alveolar que está muy húmeda y en un momento dado, a instancias de un hombre que se declara jardinero, les ponemos bolas grandes desa tierra a ver si pueden valer. Entre un sector y otro hay un tráfico bastante fluido de personas, protectores de malla o de tubo microperforado, alveolos, etc. porque Mr. Murphy decreta como es usual que si los Dorycnium hacen falta en el Este están en el Oeste o viceversa y así con todo lo demás.
Caramba, ahora que lo pienso, esta plantación se me ha hecho más larga que otras que se pasan a la voz de ya .Y ya caigo por qué ha sido: las puñeteras encinas que no hacían sino llorar por emanciparse de sus alveolitos. No preocuparse que los de Palencia os cuidarán muy bien: el próximo no será el primer verano que se cargan garrafas de agua en las mochilas y suben a las laderas del cerro para darles lo suyo a congéneres vuestras. Y este esfuerzo meritorio se nota. Comprobando dentro de los protectores de otros años las pequeñas encinitas con hojitas verdes el índice de supervivencia es altísimo. De la muestra de unas 18-20 solo dos tenías las hojas color marrón claro y nunca se sabe, a lo mejor rebrotan.

No se que habrá pasado con estos alveolos díscolos. ¿Habrá sido el exceso de humedad, el escaso desarrollo de raíces secundarias, su tierna edad de un añito, la dichosa mezcla que nos produce jaqueca...?

Es curioso como se disponen los grupos de plantadores. Los hay familiares, modelo padre e hijo o hijos; modelo la familia y uno más con los padres, los niños, el tío, el cuñado... Los hay de amistosos o conocidos e incluso hay un duo que canta la copla de Antonio Molina y pone color y extravagancia a la mañana. Le gustará el Soy Minero a la concejala de medio ambiente o del ramo que aseguran ha acudido y ha estado plantando y no posando para la foto como suelen los políticos. Aunque es un ciudad pequeña, no está mal como inicio, nada mal, encomiable. Mira que si los demás políticos se ponen a trabajar además de hacerse retratar...
También hay diferencias entre los niños. Algunos se cansan en seguida y en un plazo brevísimo tocan retirada a sus padres, otros plantan una encina y se van mientras algunos como Álvaro y Yoel, los hijos de Alberto vienen cada dos por tres, siempre juntos, a por más encinas y planta acompañante, callados y tímidos ante el extraño que reparte encinitas y al que apenas responden con monosílabos.

El transcurrir de la mañana es grato, no sopla un viento tan fuerte como otros años y además estamos en una zona resguardada del viento. La temperatura no es muy baja y se compensa con el calor del esfuerzo. Poco a poco la planta merma y cuando hemos plantado todo o casi todo y estamos con los últimos remates llegan algunos extemporáneos con el niño solicitando planta y herramienta. Pienso en los teatros, donde no te permiten la entrada después de cerrar las puertas. Aunque en el cerro no podemos cerrar nada excepto los ojos y es mala idea porque puedes meter la pierna en un agujero profundo o rodar ladera abajo.

Pruden no se resiste a compartir la última lección sobre el terreno --con su alma de educador unida al asombro o admiración que proporciona el conocimiento profundo de las estrategias de la Naturaleza-- y señala certeramente como unas pequeñas matas retienen sendos escalones de tierra en una pendiente pronunciada donde la erosión es muy intensa. Bajando tenemos una visión dominante de las chabolas en las que solo parecen moverse algunos perros, galgos de elegante figura y costillas demasiado marcadas. Rellenamos los vehículos con herramientas y restos el maletero y personas el habitáculo. Mientras otros vuelven andando, nos dirigimos hacia los antiguos depósitos de agua potable donde los compañeros de Palencia están dando vida a una plancha con panceta, churrasco, chorizos e incluso al final morcilla cortada en fichas cilíndricas. Los vegetarianos lo llevan crudo, pero la buena de Soraya se conocía el tema y ha traído su almuerzo. Mientras los mayores mastican y mueven la lengua en corrillos, los niños se lo pasan en grande saltando de una plataforma a poca altura al suelo, jugando entre ellos y corriendo hacia unos bancos corridos de obra que se encuentran a pocos metros flanqueados por columnas de ladrillos curvos pintados alternamente de blanco y azul.
Unas botellas que antes tenían vino ahora se amontonan en una caja de cartón, un claro símbolo del paso de la sed y del tiempo. El agua y los refrescos todavía sobreviven y como otros años, sigue sobrando comida. Mejor eso a que falte, ¿verdad?
El grupo que se arremolinaba en torno a la plancha comienza a clarear y contemplo curioso como una familia de cuatro, ma, pa y dos hijas se despiden y uno tras otro se montan en sus bicis y avanzan calle abajo.
Parece que ya nos vamos, pero no, la charla nunca acaba y el fresquito de la intemperie nos empuja con mucha parsimonia hacia un café cercano donde parece haber, al menos, un tercio de los plantadores más la familia que se añade a la reunión. El camarero pone cafes, infusiones y alguna cerveza con tanta rapidez que parece un émulo del Neo de Matrix cuando se dedica a bailar la danza de Siva para esquivar las balas que disparan los villanos de las gafas de Sol.
Sigue el parloteo y noto el cansancio y la protesta en forma de dolor de un riñón que masajea Dori. Mejor que no se enfríe el riñón que luego no hay quién lo caliente. Pero me ajunto con los niños, sobre todo con Adrián de tres añitos que se adhiere a mí y se queda dudoso cuando --la típica broma-- su padre le pregunta si quiere irse con nosotros a Pucela.
La tarde comienza a llamar a la noche ya no tan oscura como antes y los pucelanos nos despedimos antes de emmbutirnos en los carros y nos agradecen la presencia y el trabajo. Ha sido un placer presenciar el esfuerzo que se hace aquí por amor al arte y a la Naturaleza en este día de los bosques autóctonos. Un orgullo haber sido partícipes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El "encantador" de palabras nos vueleve a seducir con su prosa distentida, serena y sencilla para narrarnos desde su óptica personal la celebración del día de los bosques autóctonos en Palencia. Lo curioso, es que siempre encuentra a una dama que se rinde a sus encantos; culinarios, gastronomicos, personales, seductores.... para que le facilite un masaje terapeútico. No digo más

Pedro dijo...

Muy buenas, agradecido por las palabras de vuesa merced, no veo mal que os paseis al color verde de la envidia pero también de muchas de las plantas que tan buenos sentimientos nos hacen aflorar. Un abrazooo